¿Invertir en defensa? Rentabilidad con casco y chaleco

Cuando se habla de invertir en sectores como la tecnología, la salud o las energías renovables, casi nadie frunce el ceño. Pero basta mencionar «industria de defensa» para que a más de uno se le frunza el alma. Y no es para menos. Invertir en defensa implica entrar en un terreno donde se cruzan lo ético, lo estratégico y lo económico.

¿Es moralmente cuestionable? Puede. ¿Es rentable? También. Y ahí es donde muchos inversores ponen el foco. Así que si te interesa entender este mundillo, este artículo es para ti. Vamos a verlo con calma, sin juicios, y con los números sobre la mesa. ☕

 

️ ¿Qué es la industria de defensa?

La industria de defensa agrupa a las empresas que fabrican y desarrollan equipos, tecnología y servicios destinados a las fuerzas armadas, gobiernos o cuerpos de seguridad. Esto incluye:

  • Armas y munición
  • Aviones de combate y helicópteros militares
  • Sistemas de defensa antimisiles
  • Satélites y tecnología de ciberseguridad
  • Inteligencia artificial y drones para uso militar
  • Logística, transporte, mantenimiento
  • Telecomunicaciones militares, radares y vigilancia
  • Vehículos blindados y submarinos

Es un sector altamente especializado y muy regulado. Los contratos suelen ser multimillonarios, con duraciones que se extienden a décadas. En muchas ocasiones, el desarrollo de productos se hace de forma conjunta entre empresas privadas y gobiernos.

Aunque la mayoría de clientes son estatales, en los últimos años han surgido contratistas privados, empresas de seguridad internacional o incluso entidades del sector aeroespacial que actúan como nuevos compradores.

En definitiva, no se trata solo de «hacer armas»: hablamos de tecnología punta, innovación constante y una compleja cadena de suministro que mueve cientos de miles de millones.

 

 

¿Por qué algunos inversores apuestan por este sector?

  1. Demanda constante: A diferencia de otros sectores que dependen del consumo, la defensa tiene un flujo de ingresos relativamente previsible. Los presupuestos de defensa rara vez se recortan y, si lo hacen, suelen volver a subir. En tiempos de tensión geopolítica, incluso se disparan.
  2. Rendimiento histórico sólido: Algunas de las principales empresas del sector, como Lockheed Martin o Raytheon, han tenido un comportamiento excelente en bolsa durante las últimas décadas. Con dividendos consistentes y cotizaciones estables, se han convertido en valores refugio para muchos inversores conservadores.
  3. Innovación tecnológica: Muchos avances tecnológicos se han desarrollado primero en el ámbito militar y luego se han trasladado al uso civil. Desde el GPS hasta internet, pasando por la aviación o los drones. Invertir en defensa es, en cierta forma, apostar por el futuro tecnológico.
  4. Diversificación geopolítica: La inestabilidad internacional no solo no afecta negativamente a estas empresas, sino que suele beneficiar sus ingresos. Guerras, tensiones diplomáticas, carreras armamentísticas… todo eso genera demanda.
  5. Dividendo atractivo: Muchas compañías del sector reparten dividendos regulares y crecientes, lo cual resulta interesante para los inversores que buscan ingresos pasivos.

Además, muchas de estas empresas están diversificando hacia sectores como el aeroespacial civil, la ciberseguridad o la inteligencia artificial, ampliando así sus fuentes de ingresos.

 

 

¿Y los riesgos?

  1. Controversia ética: Este es el punto más debatido. ¿Es correcto ganar dinero con empresas que fabrican armas? ¿Dónde trazamos la línea? Hay quien lo compara con invertir en tabaco, alcohol o petróleo. Muchos fondos de inversión ética directamente excluyen al sector.
  2. Dependencia del sector público: Un solo contrato cancelado o no renovado puede suponer una pérdida millonaria. Y cuando el cliente es un gobierno, todo puede cambiar con una elección.
  3. Cambios políticos: Las políticas de defensa cambian con cada nuevo gobierno. Algunas administraciones recortan, otras aumentan el gasto. Esta incertidumbre afecta a los flujos de caja esperados por las empresas.
  4. Regulación estricta: Las exportaciones están sujetas a controles internacionales, embargos y tratados. Vender un misil no es como vender zapatillas: necesitas permisos, validaciones y auditorías constantes.
  5. Reputación e imagen pública: Algunas empresas enfrentan boicots, protestas o campañas en su contra. Las grandes gestoras de fondos también enfrentan presión pública por tener participaciones en este tipo de negocios.

Invertir aquí requiere tolerancia al riesgo y una visión pragmática del mundo. No es para todos, y eso está bien.

 

Contexto actual: ¿por qué está tan en boca de todos?

Desde 2022, el mundo ha cambiado a pasos agigantados. La invasión de Ucrania por parte de Rusia puso de nuevo en el centro del debate la necesidad de reforzar la defensa. Europa, que llevaba años confiando en la diplomacia, ahora invierte como nunca.

Ejemplos concretos:

  • Alemania aprobó un fondo extraordinario de 100.000 millones de euros para modernizar su ejército.
  • Finlandia y Suecia entraron en la OTAN, lo que implica nuevas inversiones en defensa.
  • Japón aumentó su presupuesto militar por primera vez en décadas.
  • Estados Unidos sigue liderando el gasto mundial, con más de 850.000 millones anuales.

En paralelo, los ciberataques se han multiplicado. La ciberseguridad ya no es solo cosa de bancos: gobiernos, hospitales y empresas energéticas están en el punto de mira. Y muchas empresas de defensa están invirtiendo fuerte en esta área.

 

¿En qué empresas se puede invertir?

Veamos algunas de las más conocidas:

  • Lockheed Martin (LMT): El gigante estadounidense. Creador del F-35, uno de los cazas más avanzados del mundo. También tiene contratos con la NASA y el Pentágono.
  • Raytheon Technologies (RTX): Especialistas en misiles (como los famosos Patriot), radares y aviación militar. Además, tiene fuerte presencia en el sector aeroespacial civil.
  • Northrop Grumman (NOC): Expertos en drones, ciberseguridad y sistemas espaciales. Fueron pioneros en el desarrollo del bombardero B-2 Spirit (sí, ese que parece una nave de Star Wars).
  • BAE Systems: Empresa británica con presencia global. Fabrica desde submarinos hasta sistemas de inteligencia militar.
  • Thales Group: Empresa francesa muy centrada en tecnología militar, electrónica, satélites y sistemas de vigilancia.
  • General Dynamics: Fabricantes de tanques, submarinos nucleares y sistemas de comunicación encriptada.

Estas empresas cotizan en bolsa y, en muchos casos, están presentes en los principales índices bursátiles de sus países.

 

¿Y si no quiero elegir empresas individuales?

No todo el mundo quiere analizar balances financieros o leer informes anuales. Para eso existen los ETFs, fondos cotizados que agrupan muchas empresas del sector.

Algunos populares:

  • ITA (iShares U.S. Aerospace & Defense ETF): Agrupa las grandes compañías de defensa de EE.UU.
  • XAR (SPDR S&P Aerospace & Defense ETF): Pondera más equitativamente a las empresas, no da tanto peso a las más grandes.
  • PPA (Invesco Aerospace & Defense ETF): Otra alternativa con enfoque mixto.

Ventajas:

  • Diversificación
  • Comisiones bajas
  • Facilidad para comprar/vender
  • Menor riesgo que invertir en una sola empresa

También hay fondos europeos, aunque menos conocidos y con menor liquidez.

 

 

¿Es compatible con una inversión ética?

Depende de cómo definas «ética». Algunos fondos éticos excluyen armas, otros solo armas ofensivas. Hay quien considera aceptable invertir en ciberdefensa, inteligencia o tecnología de uso dual. Otros lo rechazan de plano.

Pregúntate:

  • ¿Estoy dispuesto a invertir en empresas que fabrican misiles?
  • ¿Y si fabrican satélites o sistemas de defensa?
  • ¿Y si trabajan con inteligencia artificial para el ejército?

La respuesta no es universal. Es personal. Lo importante es que tomes decisiones alineadas con tus valores.

 

Ejemplo práctico de rentabilidad

Imaginemos:

  • En enero de 2020, compras €10.000 en el ETF ITA.
  • A finales de 2023, tu inversión vale €13.500.
  • Además, has recibido unos €450 en dividendos.

Rentabilidad total aproximada: 39 % en 4 años. Eso equivale a un 8.5 % anual compuesto.

Nada mal para un sector tan estable. Y lo mejor: en periodos de crisis o incertidumbre, suele resistir mejor que otros sectores.

 

¿Para quién es esta inversión?

✅ Ideal para:

  • Inversores que buscan estabilidad
  • Quienes quieren diversificar su cartera
  • Amantes de la tecnología con visión a largo plazo
  • Inversores pragmáticos que anteponen rentabilidad a ideología

❌ No recomendada para:

  • Inversores con principios éticos muy marcados
  • Quienes buscan sectores «verdes»
  • Inversores con alta aversión al riesgo reputacional

Al final, es una inversión más. Pero con sus matices.

 

Consejos finales si quieres entrar en este mundillo

  1. Infórmate: No inviertas a ciegas. Investiga empresas, ETFs, noticias geopolíticas.
  2. Empieza poco a poco: No pongas todo tu dinero aquí. Prueba con un pequeño porcentaje.
  3. Diversifica: Combina defensa con tecnología, salud o consumo.
  4. Evalúa tu tolerancia ética: Si te genera dudas, quizás no sea para ti.
  5. Revisa tus inversiones periódicamente: Las condiciones cambian.

 

Recomendaciones para profundizar

Si te interesa conocer más sobre la inversión en defensa desde distintas perspectivas (financiera, ética, tecnológica y estratégica), aquí tienes algunos libros, documentales y recursos útiles en español:

  • Libro: «La guerra del futuro» de Marc Goodman – sobre cómo la tecnología cambiará la guerra y la seguridad global.
  • Libro: «El gran juego de la guerra» de Jesús Hernández – una mirada histórica (y entretenida) a los conflictos que han moldeado el mundo.
  • Documental: «Command and Control» (Netflix) – sobre los accidentes nucleares en EE.UU. y la fragilidad del sistema militar.
  • Artículo: «La carrera armamentística del siglo XXI» en El Orden Mundial – análisis geopolítico muy completo.
  • Reportaje: «¿Es ético invertir en defensa?» – debate en Finect con opiniones cruzadas.

 

Conclusión: defensa sí, pero con cabeza

Invertir en defensa no es una moda. Es una estrategia que muchos llevan aplicando desde hace décadas. Pero no es para todos. Implica entender el entorno geopolítico, asumir posibles críticas y equilibrar rentabilidad con ética.

Como en todo: no hay una única respuesta correcta. Pero si lo haces con información y sentido común, puede ser una jugada estratégica en tu cartera.

Ahora te toca a ti: ¿te sientes cómodo invirtiendo en este sector? ¿Lo ves como una oportunidad o prefieres mirar hacia otro lado?

Sea cual sea tu respuesta, lo importante es que la decisión sea tuya. Que no te la vendan hecha.

 

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