Este es uno de los tres pilares que consideramos imprescindibles a la hora de empezar a administrar nuestras finanzas y más aún si nos hemos decidido a invertir en bolsa:
- Crear el colchón de seguridad.
- Leer toda la información disponible posible: blogs, libros, etc.
- Definir un plan de inversión, marcando poco a poco una serie de objetivos.
Es de vital importancia administrar adecuadamente nuestras finanzas personales y ser conscientes del riesgo que corremos de no hacerlo de una manera correcta, con precaución, y analizando todos los escenarios posibles, ya que una óptima gestión y otra no tan buena pueden marcar diferencias muy significativas.
Por este motivo, resulta muy interesante disponer de una cierta cantidad de dinero que nos permita hacer frente a situaciones imprevistas (accidente de tráfico, multa, avería de un electrodoméstico, enfermedad, etc) con más tranquilidad y sin tener que recurrir al endeudamiento.
Dicho fondo de emergencia lo tendremos que crear poco a poco a partir de nuestra capacidad de ahorro mensual.
Tiene que ser independiente de cualquier tipo de gasto o inversión que queramos realizar y no podremos considerarlo ni contemplarlo como parte de nuestro disponible, debe ser utilizado únicamente para afrontar los contratiempos, y no para gastos no recurrentes que deberíamos prever con antelación.
CREAR EL FONDO DE EMERGENCIA: AHORRAR
El hábito de ahorrar siempre ha sido uno de los puntos débiles de nuestra sociedad, normalmente suele estar relacionado con el nivel de incertidumbre del futuro que nos espera, es decir, si las expectativas son positivas tendemos a gastar más y a ahorrar menos, sin embargo, si vislumbramos un horizonte oscuro ahorraremos más para estar preparados a lo que pueda venir. A modo de ejemplo podemos recordar que la tasa de ahorro llego al 13% al inicio de la crisis en 2009, y se ha desplomado hasta el 5% en 2018, muy por debajo de otros países de la Eurozona como Alemania (15%) o Francia (14%).
Tendremos que superar las típicas excusas recurrentes tales como:
- Ingresos insuficientes – Uno de los argumentos más recurridos, sin embargo, en muchos casos, esto no es totalmente cierto, sino que adaptamos nuestros gastos a los ingresos que tenemos sin darnos cuenta. Si por cualquier circunstancia nuestros ingresos se vieran reducidos un 10% de un día para otro seguramente adaptaríamos nuestro nivel de gasto.
- Gastos imprevistos – Otro de los grandes caballos de batalla, aunque muchos de los catalogados imprevistos no lo son en realidad. Hablamos de los gastos que pagamos una única vez a lo largo del año pero que tienen un carácter recurrente (seguro de vida o coche, impuestos (matriculación, basuras o IBI), etc).
- “Hay que disfrutar el dinero ahora”.
- “Tengo este nivel de gastos, y no lo puedo reducir”. – Tal y como comentábamos a la hora de hablar de ingresos insuficientes, si no tenemos control nosotros mismos adaptaremos nuestros gastos a nuestro nivel de ingresos sin darnos cuenta.
- Ya empezaré a ahorrar después”. – Cuanto antes empecemos antes generaremos el hábito del ahorro y podremos poner nuestros ahorros a generar unos pequeños intereses, ya sea a través de una cuenta corriente o un fondo.
Y las mejores recetas para ello son las siguientes:
- Transferir automáticamente el importe que hayamos establecido a una cuenta aislada – Lo mejor es no dejar el ahorro para el final, como ya comentábamos en alguna otra entrada, lo primero que debemos hacer es separar la cantidad que queremos ahorrar (preahorro) para no contar con ella, sería como reducir nuestros ingresos en dicha cantidad.
La mejor opción sería tenerlo en una cuenta corriente, apartada del resto de nuestra gestión (sin recibos domiciliados, ni tarjetas asociadas).
- Planificar tus finanzas – Los gastos excepcionales pero recurrentes (seguro del coche, vuelta al cole, regalos de navidad) deberán planificarse e ir provisionando a lo largo del año sin tener la necesidad de recurrir al colchón de emergencia.
- Tener un presupuesto de gasto – Esto nos ayudara a controlar nuestros impulsos y a llevar un mayor control de cómo, cuándo y dónde se va nuestro dinero.
¿CUÁNTO DINERO DEBERÍA TENER EL FONDO?
Este es el punto en el cual es más difícil llegar al consenso, ya que dependerá de muchos factores: nivel de tranquilidad que queramos tener ante cualquier imprevisto, el gasto mensual que manejemos, ya que no es lo mismo si el volumen de gastos fijos es elevado o no.
La medida serán los meses de libertad financiera, el número de meses que podríamos seguir afrontando dicho nivel de gastos sin tener ningún tipo de ingresos, por ejemplo, si consumimos 1.500 euros al mes con 18.000 euros tendríamos cubierto 1 año.
También podríamos valorarlo desde otro prisma, y es que, si logramos reducir nuestros gastos habituales, automáticamente habríamos conseguido aumentar nuestra libertad financiera; teniendo en cuenta el ejemplo anterior, si disminuimos el gasto mensual a 1.200 euros, con los mismos 18.000 euros tendríamos cubiertos 15 meses.
Personalmente consideramos que una cifra entre seis y doce meses puede ser suficiente para la mayoría.
Naturalmente, cuanto mayor sea el colchón que dispongamos, mayor tranquilidad nos proporcionará y mejor podremos superar cualquier improvisto que se nos presente.