Nos pareció acertada la idea de que este fuera el primer libro que comentamos en el blog sobre el Oráculo de Omaha ya que nos enseña, con todo lujo de detalles, las teorías que Warren Buffett lleva a cabo para la gestión de inversiones y el liderazgo de personas.
James O´Loughlin nos descubre las claves del modelo de inversión a largo plazo del presidente de Berkshire Hathaway. Para ello ha contado con toda la documentación e información proporcionada por el propio Buffett.
Se explica con todo tipo de detalles como Buffett se rodea de directivos e inversores que piensan como propietarios y anteponen los intereses de los mismos a los suyos propios; porque acepta y como maneja la volatilidad en los resultados operativos, como gestiona sus consecuencias emocionales y psicológicas y como establece un vínculo de confianza entre su filosofía de inversión y sus accionistas, a los cuales les proporciona tasas de crecimiento del entorno del 15%.
El libro divide los principales pilares de la filosofía de Buffett en 3 partes:
PARTE I – LÍDER DE PERSONAS
Si algo caracteriza la dirección de Buffett es la libertad y poder que otorga a los directivos de las empresas que conforman Berkshire Hathaway, como el propio Buffett afirma: “Nosotros tenemos unas cuantas ventajas, tal vez la mas importante de ellas sea que no disponemos de un plan estratégico”.
Que no tenga un plan estratégico no quiere decir que el objetivo no esté claro – hacer crecer el valor de Berkshire Hathaway a una tasa anual superior al 15% a largo plazo -, sino que no existe una ruta preconcebida ni da instrucciones a sus empleados de los pasos a dar.
Para que esta peculiar manera de liderar y dirigir funcione, Buffett elige cautelosamente con que personas asociarse. Los directivos que selecciona entienden el negocio del servicio, tienen pasión por el negocio, comparten las mismas escalas de valores; en definitiva, son un reflejo de las mismas competencias y habilidades que Buffett posee.
Además, Buffett ha desarrollado una serie de normas que profundizan y resaltan ese comportamiento:
- Usted es dueño de lo que hace
- Premiar el rendimiento sobre el capital
- Premios en proporción a los esfuerzos y competencias
- Enviar exceso de liquidez a Berkshire Hathaway
- Aversión frente a las perdidas ante dificultades.
PARTE II – GESTOR DE CAPITAL
Warren Buffett se define a si mismo como un gestor de capital. Como director de Berkshire Hathaway lo único que les pide a sus directivos es que les envíe a Omaha el exceso de liquidez para que el elija la invierta donde mayor rentabilidad pueda obtener, ya sea en acciones de otras empresas, recomprando acciones de Berkshire, adquiriendo empresas o reinvirtiendo en las que ya posee.
El capital es lo que mejor administra Buffett y uno de los negocios estrella de Berkshire Hathaway son las aseguradoras, las cuales, si se miden y evalúan correctamente los riesgos en relación a las primas pagadas, le proporcionan liquidez por anticipado de la que es capaz de obtener magníficos resultados.
Dentro de su circulo de competencia, Buffett es capaz de determinar la oportunidad, también de aprender de sus errores para poder enmendarlos y todo ello desde una objetividad absoluta, aplicando un margen de seguridad a todas las operaciones que realiza.
PARTE III – ACTUAR COMO PROPIETARIO
Este ultimo pilar es de alguna manera el eje central de la filosofía de Buffett, el objetivo de la elección de los lideres que conforman Berkshire Hathaway, así como la asignación de capital esta siempre orientado a actuar como si fuera el dueño de la empresa.
Warren Buffett piensa como un propietario y actúa como un propietario.
Todo movimiento que realiza tiene como finalidad beneficiar a sus accionistas, y cuando decimos a sus accionistas nos referimos a todos, tanto los que tienen una única acción como los que poseen miles.
El mismísimo Buffet lo expresa de la siguiente manera: “Recibimos nuestra recompensa como propietarios, no como directivos de empresa”.
Por este motivo trata que los accionistas de Berkshire se vean a si mismos como socios, a los cuales les cueste desprenderse de las acciones de la compañía (un estudio realizado ha calculado que los accionistas de Berkshire Hathaway mantienen las acciones un promedio de 16 años), para lo cual cosecha la confianza a través de una total transparencia y objetividad, sin intentar complacer a los medios o tergiversar los números.
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