Dani Rodrik, licenciado Cum Laude por la universidad de Harvard y Doctor por la universidad de Princeton esta considerado uno de los economistas más influyentes del mundo y en esta obra cuestiona la ciencia económica y los modelos teóricos usados por los economistas a nivel mundial.
Se plantea hasta qué punto la Economía es una ciencia y en caso de serlo, qué tipo de ciencia seria, para él, la economía no es una ciencia natural sino una ciencia social. Rodrik propone dos definiciones de economía:
- Ciencia social dedicada al funcionamiento de la economía (una economía estándar que trata de responder a las típicas preguntas como: por qué los mercados funcionan mal, factores qué hace que las economías crezcan, como conseguir pleno empleo o como conseguir la estabilidad de precios).
- Forma de hacer ciencias sociales sirviéndose de determinadas herramientas. (Frikieconomía de Steven Levitt)
El autor también explica como funcionan los mercados partiendo de la existencia de tres modelos:
- El modelo más conocido es el de la oferta y la demanda, aunque no tiene en cuenta que nuestras emociones, los monopolios o la elasticidad de precios lo distorsionan.
- El dilema del prisionero, mediante el cual los interesados no están dispuestos a colaborar a sabiendas de que se perjudicaran mutuamente.
- El modelo de coordinación que genera equilibrio múltiple, existe una relación y ambos participantes ven las ventajas de acercar posturas.
La elección acertada del modelo dependerá de la que mejor se adapte al contexto.
A partir de ahí, en los siguientes capítulos, Rodrik describe y estudia los distintos modelos y teorías que se han elaborado y concluye que ninguno ha funcionado de manera perfecta porque la realidad es mucho mas compleja.
Su principal critica se dirige a los modelos que engrandecen la libertad de mercado (supuesto que apoyan más del 90% de los economistas) como sistema más eficiente ya que la realidad ha demostrado que la intervención del estado se hace necesaria para regular algunas actividades o que incluso aparecen monopolios.
Por ese motivo, el autor, recuerda que estas políticas liberalizadoras, resultaron ser un desastre que desembocó en graves crisis como las de México, Rusia o los países de Asia.
Esto se debió a que los países aprovecharon la gran cantidad de dinero que se puso en circulación para endeudarse hasta niveles muy altos.
Una de las conclusiones mas destacables a las que llega Rodrik es que no se puede aplicar una única teoría, ni fórmula mágica, ni nada por el estilo porque muchas de las teorías solo funcionan parcialmente y no existe una receta infalible o una teoría universal que lo explique y prediga todo.
El autor le pega un palo considerable a los economistas que no fueron capaces de predecir la crisis de 2008, sostiene que a pesar de que las teorías del mercado advertían de una crisis nadie presto atención en medio de la euforia en que se encontraban los mercados y la economía mundial.
Para acabar, al finalizar el libro nos resume los 10 mandamientos del economista y otro decálogo del NO economista:
Los diez mandamientos del economista |
Los diez mandamientos del NO economista |
La economía es un conjunto de modelos (diversidad). | La economía es una colección de modelos sin conclusiones predeterminadas; todo argumento en contra es sencillamente falso. |
Es un modelo, no el modelo | No se debe criticar un modelo económico por sus supuestos, sino preguntar de qué forma cambiarían los resultados si determinados supuestos problemáticos fuesen más realistas. |
El diseño de cada modelo debe ser lo suficientemente simple como para ser capaz de aislar las causas específicas y su funcionamiento, pero no tanto como para no incluir las interacciones fundamentales entre las causas. | Los análisis requieren la mayor simplicidad posible; mucho cuidado con aquellas incoherencias que se hacen pasar por complejidad. |
Los supuestos poco realistas son aceptables; los supuestos críticos poco realistas no lo son | Las matemáticas no deben causar temor; los economistas no las usan porque sean más listos, sino porque no lo son lo bastante como para no usarlas. |
El mundo es (casi) siempre la segunda mejor opción | Cuando un economista ofrece una recomendación, hay que preguntarle por qué está tan seguro de que el modelo subyacente es aplicable al caso en cuestión |
La aplicación de un modelo al mundo real requiere evaluaciones empíricas explícitas, que son más un arte que una ciencia. | Cuando un economista emplea el término bienestar económico, sería muy conveniente preguntarle qué quiere decir con ello. |
No se debe nunca confundir el acuerdo alcanzado entre economistas con la certidumbre de cómo funciona el mundo | Cuidado con los economistas que en público dicen una cosa y en privado otra diferente. |
Es perfectamente aceptable responder «No lo sé» ante cualquier pregunta relacionada con la economía o la política económica. | Los economistas no adoran (a todos) los mercados, pero en la mayoría de los casos conocen mejor su funcionamiento que los no economistas. |
La eficiencia no lo es todo | Si se piensa que todos los economistas del mundo son iguales, basta con asistir a alguno de los seminarios para desengañarse. |
La sustitución de los valores propios en lugar de los del gran público es un abuso de autoridad | Si se piensa que todos los economistas del mundo son particularmente groseros con los no economistas, basta con asistir a alguno de los seminarios para desengañarse. |
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