Opinión del libro: Delirios populares extraordinarios y la locura de las masas

 

 

Este libro, publicado, por el escocés Charles Mackay, por primera vez en 1841, narra tres casos históricos donde el mercado pierde toda racionalidad y orden y se convierte en una locura de graves consecuencias por la especulación descontrolada en un bien determinado.

 

Nos ofrece la oportunidad de aprender del pasado y de los errores ajenos. A través de historias reales y concretas, descubrimos que nunca vale la pena participar en circunstancias de mercado donde “aplastados bajo el carro de la locura, por el suelo están la mercancía y los libros de contabilidad del comercio legítimo”.

 

Los tres momentos históricos de especulación desbordada se suceden entre 1635 y 1720 en Inglaterra, Francia y Holanda, dichos momentos son: el proyecto del Misisipi (Francia), la burbuja de la South Sea company (Inglaterra) y la manía de los tulipanes (Holanda).

Tres ejemplos significativos de los peligros de un mercado movido únicamente por la avaricia desmedida.

 

La oportunidad de comprar barato, bienes que se revalorizaban a una velocidad enorme se puso a disposición de muchísimas personas de todas las clases sociales, que alcanzaron la riqueza con la misma rapidez con que la perdieron después.

 

La compañía del Misisipi

 

El astuto economista John Law, se percató de las bondades de tener un sistema monetario basado en el papel moneda, por ese motivo, creó en Francia el Banco General Privado (posteriormente se transformaría en el Banco Nacional de Francia) para poder emitir papel moneda que sirviera de soporte financiero para lanzar una empresa que se dedicara a explotar los derechos de comercio de la colonia de Lousiana (Compañía del Misisipi).

 

Como Director de la Compañía del Mississippi, Law difundió información falsa acerca de las perspectivas de beneficio de la colonia de Lousiana, dichas perspectivas se tradujeron en una desenfrenada actividad especulativa por parte de los accionistas, que desconocían la veracidad de las palabras de Law.

 

 

Logro atraer una gran cantidad de inversores, atraídos por las perspectivas de riqueza de Lousiana, estas perspectivas cambiarían radicalmente cuando la verdad salió a la luz y cuando los inversionistas comenzaron a vender las acciones. Finalmente, el papel moneda (en un comienzo respaldado por oro) convertido en la moneda de curso legal agravaría más los problemas y Law, al final, terminaría por escapar del reino de Francia. Tras deambular por Europa carente de las riquezas que algún día tuvo, encontró finalmente la muerte en Venecia.

 

Compañía de los Mares del Sur

 

La Compañía de los Mares del Sur, había obtenido el monopolio de comercio con las colonias españolas en América. Esta empresa fue formada por el noble Robert Harley.

 

En realidad, esta compañía fue un auténtico fraude ya que no existió comercio alguno y más bien funcionó como un financiador de la deuda pública de Inglaterra. Nuevamente nos encontramos con una situación caracterizada por la circulación de información falsa, credulidad excesiva de los inversores, especulación desenfrenada y la formación de una burbuja que terminó por explotar y arruinar a quienes habían depositado su dinero en el negocio.

 

 

Muchos inversores cayeron en la trampa, al cambiar miles de millones en deuda por nuevas emisiones de la Compañía.  Esta máquina de defraudar funcionó y engañó a los inversores durante un tiempo, pero a la larga, la máquina se fundió y rápidamente otro fraude financiero quedó expuesto, del cual ni siquiera el propio Isaac Newton logró eludir.

 

La manía de los tulipanes

 

Con respecto a la burbuja de los tulipanes, tenemos un patrón similar de comportamiento humano que en los dos casos anteriores, con la única salvedad de que el objeto de especulación en este caso, no fue una compañía, sino de una preciosa flor de origen turco: el tulipán.

La clase alta holandesa se encapricho de esta singular flor y pronto se convirtió en objeto de lujo, otorgando un toque de clase y estilo a su poseedor, desplazando a las sedas e incluso las joyas. Se llegó a pagar 1.000 florines por un bulbo, cundo el sueldo medio en Holanda era alrededor de 150 florines.

 

 

Los fenómenos descritos en su momento siguen repitiéndose hoy en día, con las obligadas variantes de tiempo, lugar y circunstancia y los analistas económicos de nuestros días siguen recurriendo a estas historias para explicar comportamientos actuales ante el dinero y los mercados.

 

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